ENVÍO GRATIS PARA PEDIDOS SUPERIORES A 45 EUROS

Te presentamos a Ruterio, el gato trampa de La Vida Camper

¿Sabes de esas historias que empiezan con tu furgoneta y esperando pasar unos días tranquilos, como si nada? Pues para nosotras fue algo así, un viaje que nos cambió la vida aterrizando en nuestras vidas a nuestro primer gatito, Ruterio el gato trampa.

¿Sabes de esas historias que empiezan con tu furgoneta y esperando pasar unos días tranquilos, como si nada? Pues para nosotras fue algo así, un viaje que nos cambió la vida aterrizando en nuestras vidas a nuestro primer gatito, Ruterio el gato trampa. Sigue leyendo, animal lover, pero que lo mismo terminas llorando un poco, ¿eh?

Parecía que iba a ser una salida más con la furgo, llegaba el fin de semana y a pesar del frio que las previsiones marcaban, nos decidimos a irnos al Valle del Genal, un sitio escondido cerca de Ronda y con mucho encanto. Cuando llegamos a su único camping nos encantó, era lo que estábamos buscando. Quedaban pocas semanas para que empezara el invierno, por lo que casi todas las parcelas estaban disponibles y no había apenas nadie. Lo tuvimos claro desde el primer momento: ya teníamos sitio para pasar el fin de semana. 

La noche cayó pronto, no eran más de las siete de la tarde cuando el sol dejó de iluminar aquel maravilloso valle. El frío también se hizo notar, tanto, que uno de los pocos vecinos nos trajo leña seca y un bidón de metal, con el que poder hacernos un fuego y estar calentitos. Congeniamos pronto con nuestro vecino Alfonso, además de traernos aquel maravilloso “artefacto” con el que calentarnos, intercambiamos buenas anécdotas y alguna que otra botella de vino. 

Cuando parecía que la noche no podía ir a mejor, se acerca un “gatote” a intercambiar cariño por algo de comida. Cuando viajas con alguien que le apasionan los gatos, cada encuentro con uno es saber que, si te están esperando, esa persona tendrá que seguir esperando…

El primer encuentro de Ruti y Rocío, amor al primer trozo de salchichón

El gatito se dejó querer desde el primer momento, estaba bien hermoso y no parecía tener hambre, pero según nos dijo nuestro vecino, llegó “misteriosamente” ese mismo verano, y se había estado alimentando gracias a turistas que pasaban por allí. 

Sabíamos que era un gato abandonado, no había que haber estudiado mucho para darse cuenta, pues era suficiente con solo ver como le apretaba aquel collar antiparásito desgastado. Era evidente que le estaba apretando demasiado, quizás, se enganchara con alguna rama, o solo él sabe…

El fin de semana pasó con normalidad, le dimos comida al gatito para que no le faltara nada el tiempo que estuviéramos allí y seguimos disfrutando de nuestro viaje. Como anécdota, la segunda noche, en una de las salidas para ir al baño, el gato entró en la furgoneta, pero salió corriendo asustado. No sabemos por qué, seguramente estaba buscando comida, pero nosotras queremos creer que de alguna forma lo hizo para que no nos olvidáramos de él.

Llegó el domingo y nos quedaba un largo camino por llegar a casa, así que nos pusimos a recoger bien temprano. Nos despedimos de nuestro gran vecino, agradeciéndole su fabulosa hospitalidad, y le dejamos algo de comida al gatito, deseando que le fuera lo mejor posible y que encontrara un nuevo hogar.

Como si nada hubiera pasado y sin sacar el tema durante todo el camino, volvimos a casa planeando cual sería la próxima escapada.  Actualmente y después de cinco años, hemos hablado mucho de esto y desde que salimos por aquel camping, os aseguramos que el gatito no paró de rondar por nuestras cabezas. No sabíamos lo que era compartir la vida con un animal y nos daba un vértigo tan grande, que no se sacó el tema hasta pasado varios días. 

No sabemos cómo, ni quién lo dijo en primer lugar, pero aquel gato se salió con la suya entrando sin permiso a nuestra furgoneta, no podíamos sacarlo de nuestras cabezas y no éramos capaces de olvidarlo allí a su suerte. Ahora sí lo teníamos claro nos vamos a por el gato.

Nos pusimos en contacto con el camping, le contamos nuestras intenciones y le dijimos que ese próximo viernes estábamos allí. Era evidente, como pudimos comprobar unos meses después, que lo habían abandonado a su suerte y no era un gato feral o salvaje. Salimos a medio día de trabajar y con un trasportín prestado y varias latas de atún nos dirigimos con nuestro coche, por segunda vez a aquel escondido Valle, un lugar que semanas previas sufrió una de sus mayores inundaciones.

No sabíamos si lograríamos que el gato entrara, tampoco sabíamos si el gato aceptaría o no su nuevo hogar, no sabíamos nada, pero después de unas dos horas de camino, y al primer intento, el gato se metió en el trasportín sin ningún tipo de problema. Una vez cerrado, si se puso algo más nervioso, tanto que nos hizo dudar si hacíamos lo correcto mientras emprendíamos nuestro camino de vuelta. 

Habíamos contactado previamente con nuestra veterinaria, así que allí nos presentamos con aquel “pedazo de gato”. Ruterito, que así le pusimos porque nos lo encontramos de “ruta”, tenía chip, pesaba 8 kilos y no estaba castrado. La clínica veterinaria contactó con su antigua dueña, donde pudieron comprobar que llevaba perdido más de un año. Fue cuando nos hicieron el segundo mejor regalo ese día: su antigua dueña no quería hacerse cargo de él, así que ya teníamos nuevo acompañante de vida. Sabemos que Ruterito lo tuvo que pasar muy mal durante aquel año, pero desde aquí te damos las gracias por tu irresponsabilidad. 

Que sepáis que Ruterito, desde que entró en casa, nos mostró su gratitud y confianza. Estamos seguras de que, desde el primer momento, era consciente de lo que habíamos hecho por él y de cuál iba a ser su nueva vida. Ya el primer día durmió junto a nosotras y es el gato más bueno que hemos conocido. Podríamos decir muchas cosas buenas de nuestro “gatote”, pero solo os decimos que le llamamos “el gato trampa” y es que no compartimos la vida con otro animal más bueno que él.

Sobre nosotras

nosotras la vida camper

Hace 5 años no teníamos ni idea de lo que nos esperaba, y nos lanzamos a comprar una furgo con más de 30 años. Empezó a formarse un proyecto de vida que nos ha hecho crecer y conocer a gente maravillosa.